lunes, 4 de diciembre de 2023

Cacería de historias: El gato y la ciudad

Sin lugar a dudas, un país que desde hace unos años ha ganado mucha popularidad es Japón. Ya sea por sus rasgos históricos y culturales como los samuráis, las geishas y los kimonos, su comida cuyos principales representantes son el ramen y el sushi, la tecnología de punta proveniente de dicha nación o sus productos más representativos: el anime, el manga y los videojuegos. Por supuesto, el país del sol naciente es más que waifus, katanas y nintendos. Aunque siempre se hablará de lo bueno y todos esos elementos vistosos que fascinan a las personas, no hay que dejar lo malo de lado. Japón es de igual manera famoso por cosas negativas: desde los casos de discriminación hacia los extranjeros o a los mestizos, las extenuantes jornadas laborales que terminan en suicidios o el aislamiento social por el cual optan los llamados hikikomori. Estos fenómenos, aunque sean conocidos, no siempre son tratados de manera debida, y ese es uno de los puntos fuertes de la novela de la que toca hablar hoy, que si bien no profundiza en todos estos temas, cuando los trata aunque sea desde la sutileza, lo hace con seriedad.

 

El gato y la ciudad, si bien es una obra ambientada en Tokio y busca retratar la vida en esta ciudad tan luminosa, su autor Nick Bradley es británico. Respecto a su producción literaria, no hay mucho de lo que podamos hablar, pues esta es su primera novela. Tiene una segunda obra titulada Four Seasons in Japan, que aún no está publicada en español pero ya tengo pensado conseguirla en cuanto sea posible. Sobre el autor, si atendemos la información que da en su página web, podemos encontrar que Bradley vivió en Japón durante un buen tiempo donde desempeñó diferentes trabajos, tales como traductor, maestro de inglés o fotógrafo, experiencias que sin duda fueron vitales para la realización de esta novela.

 

Nick Bradley durante su estancia en Tokio

Una novela tan compleja como la ciudad.

Ahora vamos a un detalle muy importante antes de adentrarnos a la historia, o mejor dicho, historias. El gato y la ciudad, aunque se trata de una novela, tiene una estructura bastante curiosa: se desarrolla mediante relatos interrelacionados por tres elementos: sus personajes, la ciudad de Tokio y un gato que recorre sus calles. Lo interesante de esto, es que cada uno de los relatos pueden leerse de manera independiente y entenderse por completo, pero es la interacción que llegan a tener los personajes que protagonizan cada relato y sus menciones lo que desarrolla las subtramas.

 

Entonces, ¿existe una trama principal? Pues sí. El gato y la ciudad es a grandes rasgos la historia de los descendientes del escritor Nishi Furuni, popular autor de ciencia ficción. Esta familia hace años que se encuentra fracturada por el alcoholismo de uno de sus miembros y poco a poco, a lo largo de las distintas narraciones, tendrán que reunirse para intentar resolver sus diferencias. Todo esto en el marco de los Juegos Olímpicos de Tokio y con la intervención de un gato de tres colores. Y es este mismo gato el personaje que se vuelve una constante en todos los relatos, aunque su presencia sea más destacada en unos que en otros; en algunos es un personaje que apenas participa, en otros, se trata de un elemento determinante.

 

Hablar más de las relaciones entre cada relato es arruinar la experiencia que es leer esta novela, pero solo por poner unos ejemplos, empezaremos por los personajes del primer relato llamado “Tatuaje”: un tatuador tradicional llamado Kentaro, quien suele atender a miembros de la yakuza, y su joven clienta Naomi. Pues bien, en el segundo relato, “Palabras perdidas” aparece un yakuza en desgracia que fue cliente de Kentaro, mientras que a Naomi la veremos de nuevo en el cuarto relato, “Flores de cerezo” donde el protagonista es un taxista que, además, es uno de los hijos de ya mencionado Nishi Furuni. En el relato “Palabras perdidas” conoceremos a otro de los hijos de Furuni, Ohashi y a otro personaje que será recurrente a lo largo de la novela: el joven Makoto. Y es mejor detenerse aquí, porque como ya dije, aunque sea posible armar un diagrama con todas las relaciones entre relatos, sería arruinar la experiencia que hace a este novela una maravilla.

 

Una ciudad llena de personajes.

 

En literatura se maneja el concepto de polifonía, inventado por el ruso Mijaíl Bajtín. Este término se refiere a la existencia de una diversidad de voces y puntos de vista dentro de una novela. Ya que El gato y la ciudad engloba una serie de relatos con diferentes protagonistas, se cumple con dicha característica. A lo largo de sus páginas, vemos desfilar a una amplia variedad de personajes con sus propias historias, sus problemas personales y su singular manera de ver la vida en una de las ciudades más famosas del mundo. Tenemos desde un tatuador de yakuza hasta a unos vagabundos, una traductora originaria de Oregón aficionada a la literatura japonesa, un hikikomori y un detective impertinente entre muchas otras personas.


Solo por mencionar un par de ejemplos, el joven Makoto es un personaje que vemos crecer en poco tiempo, quien pasa de ser un empleado a medio tiempo en una tienda de conveniencia a trabajar en una gran empresa tras graduarse. En su visión del mundo se nota nostalgia por el pasado, específicamente los años de su infancia en los que jugaba Street Fighter II, pero también reflexiva sobre el ambiente laboral en Tokio y todo lo que engloba más allá del trato en la oficina.

 

Por otro lado, tenemos al británico George, un fotógrafo aficionado quien adora los gatos y la cultura japonesa. Su gusto por Japón le ha llevado a vivir en Tokio, ciudad que adora con todo su ser. En contra a su percepción, tenemos a “Laozi616”, personaje del que no sabemos su nombre real pero conocemos su seudónimo de internet. Él se trata de un obrero nacionalista japones que pasa el tiempo quejándose de todo lo que le rodea y expresar sin tapujos su desprecio a los extranjeros aunque frecuente burdeles donde trabajan mujeres no  japonesas.


Es justo esa característica que nos permite tener una visión amplia sobre lo que es la vida en Japón, ya que así como se tienen a personas amables y atentas con quienes les rodean, como es el caso del joven Makoto o del taxista Taro; por otro lado tenemos la visión de los extranjeros gracias a George y Flo, la traductora originaria de Oregón. O bien, las opiniones de personas más conservadoras como lo es “Laozi616”. Incluso tenemos la visión de un niño, quien comparte tanto su experiencia escolar como la vivencia de cuidar a un gato herido junto a un hikikomori, esto narrado mediante un pequeño manga dentro de la novela.

 

Y las sorpresas no para aquí, pues a pesar del tono realista de la misma novela, también deja un pequeño espacio para lo sobrenatural e introducirnos un poco al folclore japones. Sin darnos cuenta, desde el primer momento que comenzamos con la lectura, ya entramos en contacto con el misticismo sin que este se vuelva un elemento que nos agobie o en el cual se profundice.

 

La región que nunca duerme.

El escritor mexicano Carlos Fuentes publico allá por 1958 su primera novela, La región más trasparente, una obra la cual criticaba los resultados de la Revolución Mexicana y exponía la vida en la Ciudad de México a través de un amplio elenco de personajes, cada uno narrando su propia vida, pero que en algún punto cada una de las historias termina por relacionarse con las demás y añade el giro de que la misma ciudad es un personaje protagonista. Con esto no quiero decir que Nick Bradley leyera a Carlos Fuentes o que se inspirara en su novela, aunque es posible. Sin embargo, El gato y la ciudad tiene su brillo propio, con personajes que conocemos poco a poco y que sin buscar hacer una critica profunda, llega a exponer la vida en una de las ciudades más famosas del mundo. Y de manera similar, el gato de tres colores se vuelve un personaje más que de alguna manera hace que todos los personajes terminen por relacionarse entre ellos, lo que demuestra que es importante para la trama general de la novela.

 

Finalmente, podemos decir que la vida en Japón es el frecuente contraste entre el pasado y el presente, vemos prácticas tradicionales como el tebori (la antigua técnica japonesa para hacer tatuajes solo con alfileres y tinta) o el rakugo (espectáculo que consiste en un monologo humorístico) convergen con los videojuegos y el internet, como la admiración por la nación nipona se enfrenta a la necesidad de alejarse de esta, de como aun en un mundo moderno aun es posible el encuentro con el mundo místico. Y todo lo anterior nos da una novela que expone aspectos de los cuales poco sabemos de Japón y refuerza lo que ya conocemos, todo mientras acompañamos a un gato en su recorrido por las calles de la ciudad. Una de mis novelas favoritas de este año y que es una experiencia que de verdad debes aprovechar si se presenta la oportunidad.

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