domingo, 27 de febrero de 2022

La ruta de la casualidad: el detective Hwang Jun-ho de "El juego del calamar"

 

Septiembre 17 de 2021. Seguimos en pandemia y, aunque el panorama luce esperanzador, continúan las restricciones. La gente se aburre en casa, los catálogos de todos los servicios de streaming se agotan y es entonces que Corea del Sur da el bombazo: se estrena El juego del calamar. El éxito es inmediato y la serie se vuelve la más vista en Netflix, todos hablan de esta producción surcoreana: los medios tradicionales comentaban sobre su éxito, en redes sociales hubo bombardeo de memes, parodias, videos de tik tok, fanarts y hasta un fanfic en Wattpad de lector x tipo del maletín. Lo normal en cualquier fandom. Pero el impacto no terminó ahí, se vendieron artículos con las imágenes de los soldados, disfraces, las máscaras de los soldados, llaveros, peluches y todo lo que pudieran fabricar; se dio conocer la travesía tan difícil que su creador, Hwang Dong-hyuk, tuvo que vivir hasta ver realidad su meta. Apareció el llamado Crab Game, así como servidores de Roblox y Minecraft dedicados a recrear las pruebas vistas en la serie coreana. Hasta un integrante de BTS apareció en un concierto vestido como uno de los soldados.

 

Y a todo esto, ¿de qué va El juego del calamar? Resumiéndola de la manera más sencilla, podemos decir que se trata sobre un grupo de personas con muchas deudas quienes reciben la invitación para la oportunidad de su vida: participar en unos juegos mortales a cambio de la nada despreciable suma de 45,000 millones de wones. Ah, y en cada juego va muriendo gente. El personaje principal es Seong Gi-hun, un hombre arruinado y al tope de deudas que vive con su madre. En los juegos también conoceremos a Cho Sang-woo, un administrador de empresas acusado de delitos fiscales; Kang Sae-byok, una desertora y carterista norcoreana; Jang Deok-su, un mafioso que le debe un dineral a unos casinos de Filipinas; Ali Abdul, un joven de Pakistán que quiere volver a su país; y al viejo Oh Il-nam. Todos estos jugadores tienen s propio trasfondo, pero lo que vamos a tratar aquí no es la historia de ninguno de ellos. Como lo dice el título, aquí se comenta la subtrama del oficial Hwang Jun-ho.

¿Quién es el oficial Hwang Jun-ho en El juego del calamar y cuál es su importancia? Se trata de un personaje secundario que se infiltra en la isla donde se realizan los juegos, cuya importancia es… bueno, ya juzgaremos a lo largo del texto. Yo sé que podríamos referirnos a otros asuntos, como el mensaje que intenta dar, las numerosas fuentes de inspiración que tuvo su creación o el impacto que ha tenido. Esto último me lo pienso guardar para otra ocasión, por ahora vamos a dedicarnos a varios detalles de esta subtrama que me han molestado. Así que, comenzamos a trazar la historia de este valiente y afortunado detective.

 

El primer encuentro.

El oficial Hwang Jun-ho aparece en cámara hasta el segundo episodio de la serie cuando, por casualidades del destino, llega a la misma estación de policía en la que Gi-hun se encuentra denunciando los juegos del calamar. Como es de esperar, los policías no le creen y lo toman por un ebrio más. Hasta aquí todo normal, es natural que si llegas a tu trabajo y encuentras a alguien gritando preguntes a los demás que ha pasado. Entonces mira la tarjeta que Gi-hun ha dejado en un escritorio, pareciera no darle la mayor importancia y se va a lo suyo.

Poco después nos enteramos que Jun-ho busca a su hermano. Llega a un edificio y, tras pagar las rentas vencidas, la casera lo deja entrar. Busca un poco entre unos libros y encuentra una tarjeta idéntica a la de Gi-hun. No me pondré quisquilloso en esto, la habitación es muy reducida y tampoco era que la dichosa tarjeta estuviera muy escondida, en algún momento la iba a encontrar. Con esta pista, se decide a buscar a Gi-hun con tal de sacar más información sobre el posible paradero de su hermano y, aunque nuestro protagonista se niega a cooperar, Jun-ho se decide a seguirlo. 

Gi-hun acaba de recibir la noticia de que su madre está enferma de diabetes y necesita tratamiento, así que se decide a volver a los juegos, pero ahora está vigilado por el oficial Jun-ho. El vehículo de los juegos recoge a Gi-hun y apenas se alejan del punto de encuentro, nuestro valiente policía los sigue y tenemos el primer problema: sigue a su objetivo demasiado cerca como para ser discreto. En la ciudad tal vez esto sea entendible, pero cuando salen rumbo a los muelles vemos que el camino está muy oscuro y estos son los únicos vehículos en la carretera. Además, el policía va con las luces encendidas. Este conductor enmascarado debió ver algo sospechoso, pero no, el tipo sigue conduciendo como si nada.

 

La infiltración.

Nuestro valeroso policía llega al muelle donde se reúnen todos los vehículos de los juegos. Se acerca a una caseta y no pasa nada. El problema en este punto es que la vigilancia en dicho puerto es nula; la caseta del puerto está vacía y no hay ni un solo soldado en los alrededores para cuidar la instalación. Esto no me cuadra, se trata de una malvada organización hecha por una elite de ricos, tienen los recursos para lo que quieran y no pueden contratar más guardias. La seguridad es exagerada para los jugadores, siempre los tienen en la mira, pero sus instalaciones no. Por más escondido que se encuentre dicho puerto, no estaría de más un par de soldados vigilando la instalación por aquello de que algún curioso se acerque.

El policía logra esconderse bajo uno de los vehículos, sube al barco y antes de la revisión de los jugadores, se hace pasar por uno de ellos. El soldado a cargo descubre que nuestro detective no tiene el sensor que lo identifica como un jugador y comienzan un forcejeo en el automóvil. Otro detalle. Nos abren la escena para ver como todos los vehículos están estacionados y ese se sacude. ¿Es que nadie lo está mirando? Acaban de pasar un montón de soldados, pero nadie ve nada. No bastando esto, el policía tiene tiempo suficiente para cambiarse de ropa con el soldado, deshacerse de sus documentos y tirarlo por la borda. Y cuando pensamos que acaban de descubrir al infiltrado, solo fue una falsa alarma; el superior de los soldados solo le llama la atención a Jun-ho. Todo esto acaba de pasar en absoluto silencio y nadie se ha dado cuenta.

La historia avanza. Los jugadores reciben un sencillo desayuno consistente en un pan y una botella de leche. Uno de ellos, el doctor, encuentra una nota dentro de su comida. Ya sabremos después de que va esto. Y así pasamos a la segunda prueba: cortar una figura de azúcar sin romperla. Pequeño paréntesis. ¡Dejen de llamarle galleta! Este dulce es un caramelo coreano y se llama dalgona o ppopgi, un dulce y juego tradicional coreano.

Nuestro infiltrado se queda parado solo mirando como se desarrolla el juego hasta que recibe una amonestación de parte de su superior (un soldado con mascara de cuadrado), quien le indica cuáles son sus labores del día y le ordena esperar al final de la prueba para tener una charla. Las cosas se salen de control cuando uno de los jugadores se vuelve loco y ataca a uno de los soldados triangulo con la aguja que usaron en el juego. ¿Esa aguja era tan larga para atravesar la máscara? Parece que sí. Le quita el arma y toma como rehén al superior que dirigía el juego. Le ordena quitarse la máscara y tras ver su cara… el jugador prefiere dispararse.

Tras este numerito, entra el Líder de los juegos y se carga al soldado cuadrado. Nuestro policía es salvado y no solo eso, mientras se recogen los cuerpos de los jugadores muertos, Jun-ho toma la máscara del cuadrado y se la lleva. Vaya suerte que tiene; el jugador enloquecido acaba de salvarle la vida y de regalo se lleva una máscara que le hará más fáciles las cosas. Aunque no la usa mucho. El detalle es que nadie, absolutamente nadie, se da cuenta que Jun-ho toma la careta; hay soldados en toda la sala y cámaras vigilando en todos los ángulos posibles, pero ni una sola persona se da cuenta que toma la máscara. ¿Y no tienen un control de su personal? Está bien que ellos mismos mataran al cuadrado, pero hemos notado que estas caretas tienen un sensor que los identifica. ¿No deberían notar que les falta una máscara? Alguien en el cuarto de vigilancia debería notar que de pronto esa máscara ya no está en su lugar. Más adelante sabremos que los soldados no son importantes, pero aun así deberían notar que algo raro ha pasado.

 

Tráfico de órganos.

Nos enteramos de que hay un pequeño grupo de soldados involucrados en una red de tráfico de órganos. En esta participan dos triángulos, dos círculos que hacen de buzos y un cuadrado que vigila desde el cuarto de cámaras. Ellos han tomado como secuaz a un jugador que es doctor y le avisan cual será el siguiente juego metiendo un papel a la comida. ¿Cómo hicieron para que le tocara ese pan? Debieron coordinarlo muy bien y más si tomamos en cuenta que para ese momento, el detective ya está infiltrado. Pero mejor aún, ¿cómo hicieron para meter el papelito a un huevo?

¿Y que pintan estos tipos con el policía Jun-ho? Pues que el soldado que está suplantando, el número 29, es uno de los involucrados en esta red de tráfico de órganos. Volveremos más adelante con este detalle. Otra cosita que queda suelta por ahí es la posesión de dos mascaras. Desde que Jun-ho pasa la primera noche infiltrado, nos muestran que también los soldados son vigilados con cámaras en sus habitaciones. ¿Es que a nadie la parece raro que el numero 29 tenga dos máscaras? Si la dejara entre su ropa no habría problema, pero vemos que solo la deja debajo de su cama. Algo sospechoso se debió ver el encargado de vigilarle. Supongo que el encargado de vigilar los cuartos del 28 y 29 esté asociado con los traficantes, ¿pero no le parece raro que el 29 tenga dos mascaras?

Tras el motín por la comida y el juego de la cuerda, nuestro policía vuelve a usar la máscara de circulo para recoger los cuerpos. Su compañero, el 28, marca la caja con un jugador vivo y le pone una cruz de sangre, algo que nadie ve. Lo dejamos pasar, todos están muy ocupados. De aquí pasamos a la sala de los hornos, el lugar donde terminan todos los cadáveres de los jugadores caídos. Vemos que meten la caja marcada y activan un mecanismo que la deja caer antes de encender las llamas. Aquí me pregunto, ¿todos los hornos tienen esa función o solo ese? ¿Qué pasa si otros soldados usan ese horno o los traficantes tienen que utilizar un horno distinto? Aquí las cosas están demasiado medidas.

El policía está tumbado en su cuarto, escribiendo su bitácora cuando escucha toser a su compañero. Resulta que aquello era un mensaje en clave morse y ya era hora de salir a trabajar. Esto lleva al policía a una situación en la que están por descubrirlo. Al llegar nos enteramos de que las máscaras tienen un sensor de identificación. El resto de los traficantes le reclaman por su ausencia la noche anterior, a lo que Jun-ho responde con evasivas simples. La charla se vuelve peligrosa cuando hablan sobre uno de los jugadores que seguía vivo y trató de escapar. Como Jun-ho no sabe nada, pregunta qué pasó con esa persona a lo que responden que le golpearon con una palanca. Otro de los soldados le cuestiona por preguntar eso, ya que el verdadero 29 estaba presente y, cuando la situación se pone cada vez más tensa, el doctor hace una rabieta ya que no le dejan concentrarse y todos se callan. Salvado de nuevo.

Con los órganos empaquetados, los dos soldados bajan por unas escaleras que llevan a una ruta de evacuación. Esta ruta en verdad forma parte de la isla y está reservada para que los VIPs puedan escapar. Lo único que estos traficantes hicieron, fue un agujero en la pared que los llevara a esas escaleras. Se aprovechan de la misma estructura de la isla. El detective, como quiere saber todo lo que pueda, le hace constantes preguntas al soldado, quien responde hasta donde puede. Llegan a una caverna y antes de ponerse los equipos de buceo, el soldado al fin se decide a hacer algo ante el extraño comportamiento del 29. Le amenaza con una navaja y hace que se quite la máscara. El detective obedece, pero de pronto gira la situación a su favor, pues él tiene su revolver. En este punto, Jun-ho deja salir su furia contra el traficante, pues piensa que ellos mataron a su hermano. El tipo le dice no saber nada y Jun-ho lo mata. Todo esto pasa mientras el doctor se pelea con los triángulos, pues desconocen cuál es el siguiente juego.

¿Era realmente necesario involucrar al policía en estos asuntos? No estoy seguro. A grandes rasgos, esto solo le sirvió para encontrar el acceso a los cuartos donde vive el Líder y así llegar a la sala de los VIPs, pero solo eso. Quien destapa a los traficantes de órganos es el mismo doctor en su desesperación. Además, el mismo Líder dice que a él le da igual que vendan o se coman los órganos, si mata a los traficantes y al doctor, es porque hicieron trampa en los juegos. Por cierto, ¿cómo descubren al cuadrado que está implicado en esto? 

Mientras todos están alertas por la presencia de un intruso, el revuelo provocado por los traficantes y el doctor, y el arribo próximo de los VIPs, nuestro detective llega a la habitación del Líder, explorándola a sus anchas y descubre un cuarto lleno de archivos con datos de los jugadores anteriores. Aquí quiero destacar la nula seguridad que existe en ese cuarto. Ni una sola cámara. Es donde vive el Líder que organiza los juegos, donde también debería estar el anfitrión y hay una habitación llena con documentos importantes. Entiendo que quieran su privacidad, pero un lugar tan importante debería tener algún tipo de seguridad. Al menos un par de soldados en la puerta.

 

Los VIPs.

Tras el juego de las canicas y la llegada de los VIPs, se viene una serie de revelaciones. El detective Jun-ho examina los archivos de los juegos y se encuentra con que su hermano participó en una edición de los juegos y la ganó. También vemos el registro de jugadores actuales y que falta la información del viejo Il-nam. Mientras esto ocurre, el Líder se encuentra en la playa porque los soldados dicen haber encontrado al intruso. El cuerpo que encontraron es el del número 29 verdadero y viene acompañado por los documentos del policía. Vemos que escanean su cuerpo, en busca de algún sensor y luego mandan incinerarlo.

Jun-ho se escabulle hasta las habitaciones de los VIPs y toma el lugar de un mesero. Saca su teléfono y se pone a grabar todo lo que puede. Se hace pasar por un simple empleado más hasta que, por casualidad, uno de los VIPs no deja de mirarlo. También el Líder parece ver algo sospechoso en este empleado, pero ¿tiene motivos para hacerlo? Como este tipo adinerado también es un pervertido, se lleva al policía a su cuarto para practicar un poco de yaoi. Por supuesto, Jun-ho no desaprovecha y utiliza esta situación para encañonar al viejo y sacarle toda la información.

Volvemos al asunto de la seguridad. Primero, nadie se da cuenta que han suplantado a un mesero; el policía le corta el paso a medio pasillo y lo deja desnudo y atado en lo que parece ser una bodega; no se toma el tiempo de esconderlo, solo queda ahí tirado a simple vista de cualquiera. Luego tenemos al VIP; grita cuando nuestro policía lo ataca y no pasa nada. ¿Es que en verdad no hay nadie cerca para escucharlo? Y con toda calma Jun-ho ha logrado pasar desde esa habitación hasta la del Líder para tomar la ruta de evacuación. Insisto, se supone que son personas importantes; existe un plan de escape y equipos de buceo para ellos, pero ni un guardia en la cercanía. Al VIP lo buscan hasta que el Líder nota que se ha ausentado por mucho tiempo; de no ser por eso, los juegos hubiesen continuado sin que nadie notara que faltaba uno de los invitados.

Esto es un pequeño paréntesis sobre los VIPs. Sus diálogos me parecen algo sobrados. Hacen sus comentarios sobre los juegos y en alguna ocasión buscan verse superiores, pero no aportan nada. Se hubiesen limitado a solo apostar y ya.

¡Es su hermano!

Jun-ho escapa de la isla con uno de los equipos de buceo, pero no contaba con que estos poseen unos rastreadores. Saca su teléfono de una bolsa para comprobar que aun funciona. ¿De dónde sacó la bolsa? No sabemos. Y la duración de su batería es tremenda, pasó de un 50% a un 12%. Debe tener muy cuidado su teléfono, porque luego a los iPhone les da por gasta mucha batería.

Intenta comunicarse con sus colegas, pero la recepción es terrible en esa pequeña isla. Mientras huye de los enmascarados, trata de mandar toda la información recabada a su jefe, pero no tiene éxito alguno. Finalmente se ve rodeado y tiene una confrontación con el Líder. Por increíble que parezca, el Líder solo le pide entregarse y darle el teléfono a cambio de permanecer convida, pero Jun-ho no acepta. Entonces se da la revelación de esta subtrama, el Líder es en verdad el hermano perdido de Jun-ho. Como ninguno está dispuesto a ceder, intercambian disparos. El policía parece ser herido de muerte y se deja caer al mar, llegando así el final de su aventura.

 

Puntos finales.

Antes que nada, quiero aclarar que la serie en general me gustó demasiado, aunque tampoco le hice tanto escandalo como la mayoría de las personas. Supongo que la costumbre de ver otras producciones asiáticas influyó en eso. Me parece que, en líneas generales, fue muy bien llevada. Las actuaciones están muy bien y ni se diga de los escenarios y la música. Si bien la historia por momentos tiene varias coincidencias y Gi-hun en más de una ocasión se salva porque tiene superpoderes de protagonista, creo que en su mayoría son detalles pasables.

Es la historia de Jun-ho la que siento un tanto sobrada y con más casualidades. Para empezar, su infiltración no afecta en nada el desarrollo de los juegos. Su mayor interacción con los jugadores se da con Gi-hun para preguntarle si conoce a alguien con el nombre de Hwang In-ho, su hermano. Hasta ahí llega su contacto con los jugadores. Ni siquiera es por él que suenan las alarmas antes del juego de las canicas, es por el doctor y los traficantes. Tampoco es que podamos ponernos exigentes, está en calidad de infiltrado y no puede hacer mucho, debe evitar cualquier sospecha. Por ese lado, vale que no tenga mucha participación en el desarrollo de los juegos.

El problema viene con las casualidades que hay en su subtrama. Que viera la tarjeta de Gi-hun no lo siento tan forzado. Debe existir alguna manera en que sus caminos se crucen y esta coincidencia bien podemos pasarla por alto. Lo que viene a molestarme son todas las casualidades y facilidades que tiene el detective. Dos veces es salvado por circunstancias un tanto afortunadas: cuando el jugador enloquecido tras el juego del ppopgi evita que lo descubran y el doctor fastidiado por el ruido de los soldados evita que estos continúen interrogándole. Lo mismo pasa con el VIP que quiere abusar de él. Simplemente le pone el ojo encima por ser el mesero más cercano. De haberse parado en la esquina contraria no habría conseguido nada de información y hubiera buscado otra manera de interrogar a los VIP. Eso hubiera estado interesante de ver.

Como podemos ver, su ruta esta llena de golpes de suerte. Podríamos decir que lo mismo pasa con Gi-hun, pero en su caso los hechos ocurren con alguna justificación. Ya sea por influencia de Sang-woo o que el viejo Il-nam juega a su favor, pero hay algo atrás de su afortunada participación. Quizá el mayor golpe de suerte para Gi-hun se da antes del puente de cristal, cuando el jugador 96 le pide el chaleco con el numero 1. Buen momento para decidir ser el protagonista de tu vida. En cambio, nuestro policía es bendecido desde que sigue a los enmascarados en auto y no encuentra vigilancia alguna en el puerto.

Tendremos que esperar a una segunda temporada para saber que fue del policía, pues nada nos asegura que esté muerto. El Líder tuvo la brillante idea de no buscar su cuerpo en el mar, así que no podemos dar por asegurado su destino. Igual sabemos que las cosas no han cambiado mucho, pues al final de la serie ha pasado un año y los siguientes juegos están por celebrarse, así que podemos dar por perdida la información recabada por Jun-ho. ¿Y las desapariciones? ¿No llama la atención la repentina desaparición de 455 personas? Bueno, 453, porque el viejo Il-nam no cuenta y a Sae-byok solo la extraña su hermano.

Pese a esta subtrama y algunas otras cosas por ahí, la serie fue de mi agrado y disfruté mucho verla; saben manejar la tensión de los juegos y ni se diga el capítulo 6, el que mejor maneja tanto suspenso como las emociones y acciones humanas, al menos en mi opinión. Además tiene sus detalles escondidos que no saltan a la vista en principio, pero luego descubres que siempre estuvieron ahí, quizá en un futuro haga una entrada sobre eso. Por ahora, dejemos aquí el asunto.

 

¡Nos leemos luego!

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